Las plantas incandescentes, es decir aquellas que están modificadas con biotecnología para captar luz solar, no son una innovación nueva, pero sí lo son los proyectos que están llevando esta disrupción energética hacia el ansiado edificio ecológico. De hecho, el potencial de esta planta ya se está mostrando en una instalación, llamada Plant Properties, a Future Urban Development, en Nueva York. En concreto, se trata de un modelo a escala de un edificio de viviendas, que también sirve como incubadora de plantas y para ver cómo funcionan las plantas,.
Las plantas emisoras de luz, que se dieron a conocer en 2017, no están modificadas genéticamente para producir luz, sino que tienen infundidas nanopartículas que convierten la energía almacenada de la planta en luz, sería algo similar al brillo que desprenden las luciérnagas. “Esta transformación hace que prácticamente cualquier planta sea una tecnología sostenible y potencialmente revolucionaria» en sí misma, explica Michael Strano, profesor de ingeniería química en el Carbon P. Dubbs del MIT.
Este sistema, según explican desde el MIT, permitirá “una iluminación independiente de la red eléctrica, con ‘baterías’ que no hay que cargar, y líneas eléctricas que no hay que instalar”. Por ello, tras este primer paso de emisión de luz a partir de plantas, había que dar el salto a la arquitectura y su implementación en el diseño de edificios.
“Cómo la nanobiónica vegetal podía ser demostrada en la arquitectura”.Este es el reto al que se enfrenta Sheila Kennedy, profesora de arquitectura en el MIT y directora de Kennedy and Violich Architecture, con quien contacta Strano para llevar a cabo este proyecto que aúna biotecnología y arquitectura.
El primer paso en la fase de diseño arquitectónico era “cómo entender y expresar la idea de la iluminación de las plantas como una tecnología viva y biológica, y cómo invitar al público a imaginar este nuevo futuro con las plantas”, subraya Kennedy. Y en este punto, Strano apostilla: “Si tratamos el desarrollo de la planta como si se tratara de otra bombilla, no es el camino correcto”.
Llevan trabajando juntos desde 2017 y los resultados han sido diversos hasta llegar al presente. “Normalmente la luz creada en la reacción bioquímica puede ser brillante, pero esta se desvanece rápidamente con el tiempo. Las partículas capacitivas extienden la duración de la luz generada por la planta de horas a días e, incluso, semanas”.
Kennedy señala que la infraestructura montada en la instalación de Nueva York está basada en plantas nanobiónicas diseñadas “para usar los recursos propios de la naturaleza”. “El edificio cosecha y transporta la luz solar, recoge y recicla el agua y enriquece el suelo con compost”, explica la arquitecta.
En estos momentos, el equipo de investigación está recopilando datos sobre cómo están respondiendo las plantas a las nanopartículas, así como otras tensiones potenciales. “Las plantas en realidad están más estresadas por estar en el entorno del museo que por las modificaciones que introducimos, pero estos efectos deben estudiarse y mitigarse si queremos usar plantas para iluminación de interiores”, puntualiza Strano.
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