Artículo de Emily Mullin, traducido por Teresa Woods para MIT Technology Review
Nuevas técnicas que están siendo empleadas para producir alimentos o dar forma al entorno natural suscitan preguntas regulatorias
La carne cultivada en laboratorio. El ganado sin cuernos. Las bacterias de diseño. Docenas de productos futuristas están siendo desarrolladas con nuevas herramientas como CRISPR y la biología sintética. Mientras las empresas buscan comercializar más productos así, queda una importante pregunta abierta: ¿Quién los regulará?
Un nuevo informe de la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos afirma que las agencias reguladoras del país necesitan prepararse para plantas, animales y microbios nuevos que llegarán al mercado durante los próximos cinco a 10 años. Los nuevos productos, según el informe, podrían apabullar a las agencias reguladoras como el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) y la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés).
«Todos estos productos tienen el potencial de ofrecer beneficios, pero para mí la pregunta es, ¿cómo se comparan con la alternativa?», señala la codirectora del Centro de Ingeniería Genética y la Sociedad de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (EEUU), Jennifer Kuzma, que también es miembro del comité de la Academia Nacional de las Ciencias que preparó el informe.
Aquí hay unos productos en los que ya están trabajando los científicos para los que no están preparadas las agencias reguladoras de Estados Unidos:
Bacterias vivas que funcionan como fármacos. Cambios en las vastas comunidades de microorganismos que viven dentro y fuera del cuerpo humano podrían contribuir a las enfermedades, pero los científicos aún no entienden todas estas complejas relaciones. Eso no está impidiendo que las empresas intenten desarrollar bacterias modificados genéticamentepara tratar todo un abanico de trastornos médicos, desde el cáncer hasta trastornos metabólicos. Ingeridas en forma de pastillas, estos microorganismos vivos podrían acabar en las aguas residuales y posiblemente el agua potable. La Agencia de Protecciones del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) podría tener que involucrarse.
Cosechas y animales editados genéticamente. Este año, la FDA propuso nuevas regulaciones que obligarían a los investigadores a obtener su aprobación para aplicar la edición génica en ganado, cerdos, perros y otros animales. La FDA ya regula los animales transgénicos – aquellos que tienen ADN añadido procedente de una especie distinta, como el salmón modificado genéticamente. Las directrices propuestas significan que cada alteración del genoma propio de un animal requeriría su aprobación.
Mientras tanto, las cosechas modificadas genéticamente actualmente son supervisadas por el USDA. Crear estas cosechas normalmente implica insertar genes de otras especies. Pero hasta ahora, los alimentos producidos mediante la edición génica no han sido sujetos a ninguna regulación porque no contienen ADN ajeno. Por ejemplo, Cellectis, una empresa de terapias inmunes que celebró la primera cena de edición génica, está modificando genes existentes para dotar a las plantas tengan un mayor aporte nutricional, lograr que se mantengan frescas durante más tiempo y resulten más resistentes a las enfermedades y las plagas. Mientras tanto, DuPont Pioneer está empleando CRISPR para producir una variedad de maíz más resistente a las sequías.
La carne cultivada en laboratorio. La semana pasada, la start-upMemphis Meats anunció planes de empezar a comercializar carne de pollo cultivada a partir de células animales a partir de 2021. La empresa se cuenta entre un puñado de start-ups que intentan desarrollar proteínas animales que no requieran métodos agrícolas tradicionales. La carne cultivada en laboratorio representa una manera más ecológica y ética de producir alimentos, pero no está claro cómo estos productos serán regulados. El USDA controla la carne animal, los productos lácteos y los huevos, mientras que la FDA supervisa los aditivos alimentarios y productos hechos a partir de células humanas. La carne cultivada en laboratorio cae en una zona regulatoria gris, según la científica Mary Maxon del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley (EEUU) y una miembro del comité de la Academia Nacional de las Ciencias que elaboró el informe.
El musgo aromático. Más allá de productos que sean más nutritivos o mejores para el medio ambiente, plantas que atraen a los consumidores, tal vez debido a su aspecto o novedad, también tienen muchas probabilidades de volverse más comunes, según el informe de la Academia Nacional de las Ciencias. Esto incluye el musgo aromático, plantas que siempre estén en flor y plantas luminiscentes. Puesto que estas plantas modificadas genéticamente no representan una amenaza de patógenos, actualmente no requieren ninguna aprobación regulatoria en Estados Unidos. Pero una preocupación es que estas plantas puedan tener efectos potencialmente dañinos sobre la vida silvestre si acaban fuera del hogar de algún consumidor.
Genes dirigidos. Una potente técnica que promociona la propagación de un gen modificado dentro de una población al completo está siendo considerado para eliminar roedores invasivos en islas y para erradicar los mosquitos que transmiten la malaria. La idea es que los organismos heredarían genes autolimitantes que los impulsarían hacia la extinción. Podría ser una potente herramienta para ayudar a salvar especies en peligro de extinción o reducir las enfermedades. Pero los genes dirigidos nunca han sido probados en entornos naturales. Debido a la posibilidad de consecuencias no intencionadas para una comunidad local, el informe sugiere que un comité de revisión externa de expertos, además de miembros del público, aprueben los genes dirigidos antes de que sean liberados del laboratorio. Kuzma dice que la tecnología podría ser aprobada en una situación para la cual no existan otras opciones, como una vacuna o una terapia eficaz.
Fuente: MIT Technology Review enlace