Entrevista a Cristina Molina, directora del IATA
Cristina Molina-Rosell (Valencia, 1966) es Profesor de Investigación en el Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos (IATA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y profesor asociado en la Universidad de Valencia. Su investigación se ha centrado en los alimentos y principalmente en el diseño, desarrollo y valoración bioquímica, tecnológica y nutricional de productos mejorados de cereales. Cristina es Presidente en el Subcomité de Cereales y Derivados de AENOR y representante español en los Comités de Normalización Europeo (CEN) e International (ISO), miembro de la Sociedad Española de la enfermedad Celiaca y la American Association of Cereal Chemist International (AACCI).
- Durante los 50 años del Instituto seguro que la Agroquímica y Tecnología de los Alimentos ha evolucionado bastante ¿cuáles son los principales desarrollos e innovaciones qué podría destacar?
Efectivamente, durante estos 50 años creemos que el Instituto ha contribuido al avance científico y al desarrollo económico del país. No me atrevería a seleccionar uno entre ellos. Pero si me gustaría destacar los avances realizados en productos cárnicos y de panificación, la contribución al envasado y seguridad alimentaria, así como la innovación en levaduras como agentes activos en el procesado de alimentos o la implicación de la microbiota en determinadas patologías.
Nuestra misión es realizar investigación de excelencia en torno a los alimentos para conseguir que sean más seguros, de calidad y saludables, y todo ello mediante procesos eficientes y sostenibles. Por supuesto la trasferencia es uno de nuestros objetivos prioritarios, para asegurar la implantación de los resultados de la investigación. En nuestra misión también tiene un papel primordial la formación de profesionales a todos los niveles, desde técnicos hasta especialistas en las distintas temáticas.
- El sector está viviendo una etapa vibrante de cambios, ¿qué retos se le plantean al sector para los próximos años?.
Es cierto que la alimentación está sufriendo grandes cambios a los que debemos dar respuesta. Ante ello, la búsqueda de nuevas fuentes de alimentos, el concepto de alimento como terapia nutricional y prevención de enfermedades hacia una alimentación personalizada, y la sostenibilidad, constituyen grandes retos que únicamente a través de la investigación, desarrollo e innovación pueden ser abordados.
- ¿Cómo abordará el IATA estos retos, después de 50 años?
Nuestro deseo es seguir con las cotas de excelencia y posicionamiento internacional, anticipándonos a las tendencias y a través de la adaptación rápida a los cambios. Para ello queremos apostar por la captación de recursos humanos de excelencia y la adquisición de infraestructuras y tecnología acordes a las demandas de los investigadores para alcanzar los objetivos científicos y tecnológicos de forma eficiente y efectiva.
- ¿Cómo puede el IATA apoyar a las empresas Biotech? ¿Qué servicios les ofrece?.
Una de las líneas de investigación más importante del IATA es la biotecnología en el contexto de los alimentos. Como aspectos más positivos de la colaboración con el IATA yo destacaría: el IATA realiza investigación de vanguardia, con un carácter muy multidisciplinar, y con un posicionamiento y red de colaboraciones internacional. Estos tres aspectos son fundamentales para abordar objetivos de forma integral y con bases científicas, ayudando a las empresas a desarrollar proyectos de investigación innovadores que incrementarán su competitividad y posicionamiento a nivel nacional e internacional.
- ¿En qué grandes investigaciones está inmerso ahora mismo el IATA?
Como ya he mencionado anteriormente, el IATA es un referente internacional en Biotecnología Alimentaria, y esto es consecuencia de las investigaciones que se están llevando a cabo en los temas de mayor interés para la industria biotecnológica. Por hacer un breve resumen, en el instituto trabajamos en los tres grandes grupos microbianos utilizados como herramientas biotecnológicas para la producción de alimentos y bebidas fermentadas. Me refiero a levaduras, bacterias lácticas y hongos filamentosos. El actual desarrollo técnico nos está permitiendo conocer de una manera integral la biología de estos microorganismos, seleccionar y mejorar aquellas cepas más adecuadas para la industria y utilizarlas como auténticas factorías celulares. También destacaría la línea de trabajo en ingeniería de proteínas, cuyo objetivo es la modificación de enzimas para desarrollar nuevos productos y aplicaciones biotecnológicas. Por último, no quisiera olvidarme de la aproximación biotecnológica a procesos de post-cosecha, una línea de trabajo de gran interés para muchas empresas, donde se trabaja en el estudio de las interacciones fruto-patógeno y en el desarrollo de metodologías de conservación para evitar o reducir las pérdidas postcosecha.
- Desde su posición y la de su Instituto, ¿cree que existen oportunidades para emprender en el sector?. Y, ¿qué consejos le podemos aportar a un bioemprendedor o investigador que quiere emprender y trasladar su investigación al mercado?
Por supuesto, oportunidades nos encontramos continuamente porque vivimos un entorno sujeto a cambios continuos. Lo importante es identificar esas oportunidades para dar respuesta lo más rápidamente posible. En general, se apuesta poco por la investigación porque los resultados no son inmediatos, pero es necesario hacer apuestas de futuro para garantizar el posicionamiento al medio y largo plazo.
Actualmente, tenemos bio-emprendedores o investigadores muy motivados y con grandes ideas, y por otro lado empresas ávidas por encontrar nuevos nichos de mercado, es necesario favorecer y facilitar la interacción entre ambas partes para garantizar la transferencia efectiva y aprovechar todo el talento existente en nuestro país.