María Luisa Hernández Latorre no es nueva en el terreno de la innovación, pero empuja la última idea que ha puesto en el mercado con el mismo ímpetu de la primera vez que decidió emprender. Y ya van tres. Su proyecto actual se llama Ingelia y fabrican un producto sin competidores en el mercado: carbón obtenido de residuos que dan una nueva vida a estos últimos en distintas aplicaciones.
¿Y su objetivo? Reducir las emisiones de CO2. Desde que en 2015 lograsen llevar al mercado su idea desarrollada en laboratorio lo están consiguiendo. Su proyecto fue nominado como mejor idea del año en la última edición de los premios del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología. No en vano, la joven empresa centra su valor en una de las principales preocupaciones de los agentes implicados en la I+D+i europea: el cambio climático.
-No existe nada en el mercado parecido a su producto. ¿Puede definirlo?
-Hemos desarrollado una tecnología industrial que concentra el carbono del residuo. Proveemos una solución industrial para grandes gestores de residuos que necesitan dar valor a los desechos que ya no pueden llevar al vertedero. En 1998 la UE se propuso aumentar el porcentaje de residuos que se reciclaba (un 10%) hasta alcanzar el 50% en 2020 y el 70% en 2030. Entonces, todos los gestores de residuos se pusieron a buscar soluciones y aún hoy, sólo se recicla el 31% porque no hay tecnologías disponibles a nivel industrial. Y esto es lo que hemos hecho en Ingelia. Durante los últimos diez años hemos desarrollado una tecnología que recupera el 95% del carbono del residuo que luego sirve o para generar energía o para emplear en otras aplicaciones como la producción de polímeros, sustituto de la turba en agricultura, para baterías, etc. De esta forma, el residuo, convertido ya en biocarbón, vuelve al ciclo productivo. La tecnología se aplica en todo tipo de residuos orgánicos: lodos de depuradora, el que se recoge de las cocinas, de la industria, el bioestabilizado que sale de las plantas de compostaje…
-A diferencia de otros, Ingelia ya está en el mercado. ¿Cómo ha sido el camino?
-El camino del innovador es siempre muy incierto. Tienes que creer en tu proyecto más del 100% y asumir que todos los días te vas a encontrar asuntos nuevos para resolver. Para mí es el tercer proyecto en el sector de la innovación y en los tres casos hay una tónica común: hay que ser lo suficientemente flexible para saber cuál va a ser tu próximo paso y tener un plan A, B, C y si puede ser un D.
-¿El apoyo económico lo es todo?
-Ingelia es 100% privada. Hemos cerrado tres ampliaciones de capital, pero siempre con socios que se han aportado más que el dinero: se han implicado en los proyectos con su saber hacer. Por ejemplo, la última ampliación de capital la cerramos con el que iba a ser el propio comprador del carbón y con ese dinero desarrollamos el producto.
-¿Qué sectores ve con más futuro en la I+D+i?
-Todo lo relacionado con la economía circular y el cambio climático. Europa importa a otros continentes el 80% de las materias primas que consume. Todo lo relacionado con el cambio climático va a marcar las políticas de futuro. No nos estamos dando cuenta del desastre que hay aquí con este asunto. Los proyectos deben ser sostenibles.
-Nominada a la Mujer Innovadora del año. ¿Se siente cómoda en este marco?
-Muchas veces me preguntan si se debe destacar a las mujeres. Yo creo que sí. Algo hay que hacer desde las Instituciones públicas para motivar a que estas mujeres estén al mismo nivel que los hombres en cargos directivos. Yo soy ingeniero industrial y en mi carrera casi no había mujeres. Y luego me he puesto a trabajar y, a mi nivel de dirección, tampoco las he encontrado. Si somos capaces de trabajar conjuntamente creamos más valor. Está demostrado: los consejos que han implantado un 50% de mujeres han aumentado un 20% su ventas al año. Por ejemplo, Jazztel. Yo participé en aquella transformación. Se crea un ambiente más abierto. Entran personas con nuevas experiencias y eso crea más valor.
-¿Qué consejo daría a alguien que empieza?
-Aunque el proyecto en el que trabajes sea tuyo hay que estar siempre en contacto con el entorno. Cuando diseñas un producto tiene que ser perfecto para ti, pero también para tus clientes. Lo más importante es entender las necesidades de ellos desde el proceso de investigación, en el desarrollo de la idea. Después, saber implicar a las instituciones financieras (bancos o inversoras) con una comunicación clara de tu proyecto, porque los proyectos innovadores siempre se ven con un poco más de riesgo. Y en lo personal, no desmotivarse, ser consecuente y responsable con el proyecto, contigo mismo y con las personas las que has involucrado.