Investigadores de INCLIVA Y CIBERSAN Descubren que los cerebros autistas comparten expresión de genes y anomalías de las vías biológicas con el cáncer

El trastorno del espectro autista (TEA) es una afección crónica del desarrollo neurológico que aparece en la infancia y que se caracteriza por problemas en la comunicación e interacción social y por patrones de comportamiento, intereses o actividades restringidos y repetitivos. Sin embargo, son menos conocidos otros importantes aspectos clínicos como el incremento en la mortalidad prematura de estas personas, que puede explicarse en parte por la asociación entre el autismo y otros problemas de salud crónicos, como la epilepsia, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y gastrointestinales, la depresión, el suicidio y el cáncer.

Durante el mes de abril se ha publicado en la prestigiosa revista Molecular Autism un estudio que identifica las conexiones mecanicistas entre el TEA y el cáncer, desarrollado por investigadores pertenecientes a varios grupos del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM): Rafael Tabarés-Seisdedos y Jaume Forés-Martos (INCLIVA-Universidad de Valencia); Celso Arango y Mara Perellada (Hospital Gregorio Marañón), y Lourdes Fañanás (Universidad de Barcelona), en colaboración con investigadores del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), el Centro de Supercomputación de Barcelona, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y diversas instituciones de Francia, Inglaterra y Estados Unidos.

La publicación explica la implicación de varios procesos biológicos y vías que se vieron afectadas conjuntamente en ambas enfermedades, incluidas las alteraciones del sistema inmunológico, del metabolismo energético, del ciclo celular y las alteraciones en la fosforilación oxidativa, entre otras.

Según indica el coordinador del grupo TMAP de INCLIVA y jefe del grupo de CIBERSAM, Rafael Tabarés y coordinador del estudio, “los resultados del meta-análisis de la expresión génica diferencial del TEA y del cáncer ayudan a explicar las observaciones epidemiológicas que sugerían asociaciones comórbidas directas e inversas entre el este trastorno y tipos específicos de cáncer”, dado que se ha comprobado que los cánceres de cerebro, riñón, tiroides y páncreas son candidatos para asociaciones comórbidas directas con el TEA, y que de pulmón y próstata son candidatos para asociaciones comórbidas inversas.

En esta línea, estudios previos llevados a cabo en Taiwán y Suecia observaron un aumento significativo en la mortalidad por cáncer en individuos con TEA en comparación con la población general, con un aumento adicional de la incidencia de cánceres cerebrales y genitourinarios. Además, se ha demostrado que las madres de niños con TEA tienen aproximadamente un 50% más de probabilidades de morir de cáncer que las de los hijos no autistas. Estos datos llevan a pensar que puede haber una asociación directa entre el TEA y la presencia de cáncer.

Nuevas posibilidades terapéuticas

Lo más importante, según explica Rafael Tabarés, es que “estos resultados proporcionan evidencias suficientes de un vínculo molecular entre el TEA y el cáncer, lo que puede abrir las puertas a nuevos tratamientos para ambas condiciones”. Por ejemplo, los agentes quimioterapéuticos que inhiben la señalización de PTEN o las vías relacionadas son posibles candidatos para tratar varias manifestaciones de autismo.

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